La película del publicista Simón Bross retrata a partir de
tres (quizás cuatro) historias la manera en cómo las personas nos “tragamos” la
vida. Así, el director pone sobre la mesa el tema de los trastornos
alimenticios, los que sin querer se toman el cuerpo y la mente de los
personajes dirigiendo en todo momento sus vidas.
El filme narra tres historias
que por diversas circunstancias se van uniendo, en este caso en torno a los
trastornos alimenticios o si se quiere, a la relación de las personas con los
alimentos. Así, la anorexia, la bulimia y las obsesiones con respecto a la
comida se entrelazan para dar cuenta de una realidad que sin quererlo, Simón
Bross pone en el tapete.
Éste es sin duda un filme que llama a la reflexión y a tomar
en serio el tema de los trastornos alimenticios, no como algo que sólo le
sucede al resto, sino como una experiencia que cualquiera de nosotros o nuestro
entorno puede vivir en algún momento.
Ahora, si usted sólo
quiere verla como lo que es – es decir, una película – también es posible, pero
el contexto que encierra la trama difícilmente deja al espectador sólo con los
101 minutos en que se desarrolla. El análisis posterior es casi irremediable.
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